Con la debida transparencia

Quizá para algunos, del oscurantismo solo queda la palabra para describir aquel período sombrío de la Humanidad, que por suerte no resistió los embates de la Ilustración, movimiento cultural que iluminó nuestra existencia deshaciendo los preceptos arcaicos que rigieron el Medioevo.

Sin embargo, el oscurantismo, como un virus letal, muta y pervive de múltiples formas y manifestaciones. Hay quien seguramente relacionará el término con determinadas prácticas paganas; pero pudiera acuñársele también a ciertos procesos ocultos que tienen lugar al interior de las organizaciones, producidas por la escasa transparencia, la cual permite la reproducción de tendencias negativas que afectan la credibilidad en el sistema social cubano.

Muchas veces me pregunto por qué a nuestro Socialismo se le dificulta erradicar algunos males, si cuenta con varios mecanismos que pudieran tributar a su mejora continua. 

Y ahí es donde interviene el oscurantismo que tanto beneficia a los oportunistas que, si bien no debieran tener cabida en esta sociedad, se valen de disímiles estratagemas para existir, dejando tras su paso esa neblina roñosa que enrarece el ambiente.

Lo peor es que estos personajes a veces dominan los resortes que les permiten ascender a una posición de poder, desde donde se las ingenian para crear un reducto de acólitos que piensan y obran en pos de su beneficio personal.

Su radio de acción crecerá en esos recintos, donde se ausenta la limpidez. Sus decisiones favorecerán a quienes posean su propia información genética: rasgos hereditarios como el servilismo y la complacencia.

Tal vez sea esta una de las causas por las que no hemos logrado suprimir la corrupción y el desvío de recursos, entre otros flagelos que afectan a nuestra economía maltrecha por factores externos. Pero vale acotar que no siempre somos certeros a la hora de eliminar los males internos, como el favoritismo, que a la larga contribuirán a los desfalcos que tan mal parados y desmoralizados dejan a los trabajadores de una empresa.

Y uno inquiere cuando sobreviene un hecho lamentable, acerca del funcionamiento de organizaciones como el Sindicato y el Núcleo del Partido, que deberían velar por el buen desempeño de un centro.

Los análisis a destiempo arrojarán luz sobre la oscuridad, propiciada por esos que se valieron del desconocimiento de sus compañeros para el mal manejo de las finanzas y los recursos.

Seguramente efectuaron actividades habituales como la discusión del presupuesto, o la consulta sobre la entrega de algún recurso, en un amago de translucidez que quedará en el intento, acusando formalismo y falsedad.

Por suerte las enseñanzas de Fidel laten en el pecho y la mente de demasiados cubanos, como para creer que los oportunistas lograrán prevalecer pese a sus constantes triquiñuelas. Son muchos más los decididos a levantar la mano y desenmascarar a estos enemigos, que aparentan compartir nuestros desvelos, mientras sueñan con llenar sus arcas deshonrosamente y a costa del Estado.

Solo exigiendo la debida transparencia en cada proceso y decisión que atañe a un colectivo laboral, se hará mínima la capacidad de sobrevivencia de estos enemigos del bien colectivo.

Deja un comentario