Con la debida transparencia

Quizá para algunos, del oscurantismo solo queda la palabra para describir aquel período sombrío de la Humanidad, que por suerte no resistió los embates de la Ilustración, movimiento cultural que iluminó nuestra existencia deshaciendo los preceptos arcaicos que rigieron el Medioevo.

Sin embargo, el oscurantismo, como un virus letal, muta y pervive de múltiples formas y manifestaciones. Hay quien seguramente relacionará el término con determinadas prácticas paganas; pero pudiera acuñársele también a ciertos procesos ocultos que tienen lugar al interior de las organizaciones, producidas por la escasa transparencia, la cual permite la reproducción de tendencias negativas que afectan la credibilidad en el sistema social cubano.

Muchas veces me pregunto por qué a nuestro Socialismo se le dificulta erradicar algunos males, si cuenta con varios mecanismos que pudieran tributar a su mejora continua. 

Y ahí es donde interviene el oscurantismo que tanto beneficia a los oportunistas que, si bien no debieran tener cabida en esta sociedad, se valen de disímiles estratagemas para existir, dejando tras su paso esa neblina roñosa que enrarece el ambiente.

Lo peor es que estos personajes a veces dominan los resortes que les permiten ascender a una posición de poder, desde donde se las ingenian para crear un reducto de acólitos que piensan y obran en pos de su beneficio personal.

Su radio de acción crecerá en esos recintos, donde se ausenta la limpidez. Sus decisiones favorecerán a quienes posean su propia información genética: rasgos hereditarios como el servilismo y la complacencia.

Tal vez sea esta una de las causas por las que no hemos logrado suprimir la corrupción y el desvío de recursos, entre otros flagelos que afectan a nuestra economía maltrecha por factores externos. Pero vale acotar que no siempre somos certeros a la hora de eliminar los males internos, como el favoritismo, que a la larga contribuirán a los desfalcos que tan mal parados y desmoralizados dejan a los trabajadores de una empresa.

Y uno inquiere cuando sobreviene un hecho lamentable, acerca del funcionamiento de organizaciones como el Sindicato y el Núcleo del Partido, que deberían velar por el buen desempeño de un centro.

Los análisis a destiempo arrojarán luz sobre la oscuridad, propiciada por esos que se valieron del desconocimiento de sus compañeros para el mal manejo de las finanzas y los recursos.

Seguramente efectuaron actividades habituales como la discusión del presupuesto, o la consulta sobre la entrega de algún recurso, en un amago de translucidez que quedará en el intento, acusando formalismo y falsedad.

Por suerte las enseñanzas de Fidel laten en el pecho y la mente de demasiados cubanos, como para creer que los oportunistas lograrán prevalecer pese a sus constantes triquiñuelas. Son muchos más los decididos a levantar la mano y desenmascarar a estos enemigos, que aparentan compartir nuestros desvelos, mientras sueñan con llenar sus arcas deshonrosamente y a costa del Estado.

Solo exigiendo la debida transparencia en cada proceso y decisión que atañe a un colectivo laboral, se hará mínima la capacidad de sobrevivencia de estos enemigos del bien colectivo.

“Llevo dentro de mí una vedette”

José Manuel Piqué Zamora no es un rehén de su pasado. Pese a la persecución sufrida por su condición de homosexual, lleva la vida sin resentimientos; aunque a veces, cuando habla de su juventud y de las amargas circunstancias que le tocó vivir, rompe en un llanto puro y sin consuelo, como de un dolor fiero que le dentellea el alma. En ocasiones, consigue hablar de los horrores que experimentó en los años 80, cuando la homofobia campeaba a diestra y siniestra, destruyendo a personas como él, quien no cometió otro delito que sentirse diferente.

Desde edades tempranas se sentía atraído por las personas de su mismo sexo. Le cautivaban las facciones y vellosidades masculinas. Desde su inocencia, solo disfrutaba la cercanía de los hombres, sin sospechar lo que le depararía el futuro por ese sentimiento incomprendido en ese entonces.

Pese a la amarga realidad a la que se abocaba sin sospecharlo apenas, tuvo una niñez feliz, con un que otro comentario malicioso que en casa pasaba inadvertido. “El niño es un loquito”, decían las vecinas cuando lo observaban desplegar su incipiente talento artístico, que ya anunciaba una aptitud innata para el canto.

La antigua coqueta de la abuela materna era su escenario preferido. Si le preguntan sobre sus primeros pasos en el transformismo, marcará esos días luminosos como el inicio de su carrera artística.

El gran espejo reflejaba todas sus inquietudes actorales, disfrazado de una vedette italiana. Con apenas seis años ya se colocaba un vestido largo y se maquillaba con los cosméticos de su madre. En ese instante se sentía Rita Pavone o Gigliola Cinquetti. Rozaba la felicidad con sus gestos femeninos arropado como una dama, entonando a los cuatro vientos: “¿Vuoi rimanere con me?”.

Si en un principio sus ademanes de mujer solo provocaban comentarios divertidos y una que otra mirada socarrona en el vecindario, con el tiempo esa certeza de que había nacido en el cuerpo equivocado le causó demasiados problemas.

Los 80, para muchos cubanos, están relacionados con la abundancia, gracias al estrecho vínculo comercial con el Campo Socialista. Pero los homosexuales tienen un recuerdo bien diferente de esos años signados por una homofobia atroz, que les hizo víctimas de medidas desprovistas del mínimo razonamiento y justificación.

***

Manolito corre asustado… precisa de un refugio. No como esos que busca en las noches donde procura el calor humano. Esta vez no va al amparo de la madrugada para los encuentros ocasionales que satisfacen sus ansias de amor. En su tiempo nunca pudo tener una pareja estable; era algo imposible que la sociedad desaprobaba. Ahora necesita un refugio a plena luz del día. Manolito corre por su vida. Le lanzan piedras y le gritan: ¡Maricón! La palabra no le lastima, pero los pedruscos que le tiran sí. En un portal alcanza a ver una puerta entreabierta y se introduce en la casa. Aunque no conoce la morada, consigue localizar cada pestillo y cerrojo. Apoya la espalda a la puerta como si intentara bloquearla con su cuerpo. Siente como que el corazón se le quiere salir del pecho. Al asomar la dueña de la casa solo logra decir: “¡Por favor, no abra que me quieren matar!”.

***

José Manuel, también conocido como Manolito, intenta relatar sus vivencias sin asomo de angustia, hasta que aborda sus días como recluso. Es como si se le fracturara algo adentro.  Entonces comienza a llorar. No logra detener las lágrimas y su voz se hace casi imperceptible. Aunque han pasado cuatro décadas, la misma pregunta le martilla una y otra vez: “¿Qué hice para ir a prisión?, cantar”, intentará responderse.

Cantar fue su pasión desde niño. Entonar un tema y disfrazarse de mujer, como aquella vez en la playa El mamey, cuando le prestaron un pareo y una muchacha del público le pintó los labios. Subió al escenario para interpretar El recuerdo de un largo viaje, de Farah María. Por unos instantes creyó recibir la ovación de los presentes, pero la ensoñación duró muy poco. Alguien llamó a la policía y lo trasladaron a una estación. Rozaba los 17 años.

“Me llevaron detenido y me pusieron una carta de advertencia por ostentación en la vía pública. ¿¡Dicen que yo ostentaba!? Yo no entendía, ¿qué había hecho de malo? Solo canté”.

Existen pasiones que tiran de uno y dictan el camino aunque este se torne escabroso. Las ganas de cantar eran más fuertes que el peligro de caer preso. Después de varias cartas de advertencia, un mal día se vio ante un jurado y lo sentenciaron a cuatro años de privación de libertad.

El recuerdo de sus años de prisión le ensombrece el rostro. Allí conoció la violencia en todas sus manifestaciones. Nada más llegar escuchó una frase lapidaria de “Llegó carne fresca”. Se convirtió en una especie de objeto sexual que los hombres se rifaban.

Lo sufrido en ese período solo lo sabe Manolito. El dolor le impide ahondar en los detalles. Fueron sus días más oscuros. A los dos años de internamiento una Comisión analizó su caso y decidió su libertad inmediata.

Ya con edad laboral se incorporó a la textilera Eddio Teijeiro (Bellotex). Describe ese centro como un reducto de paz donde se congregaban muchos trabajadores homosexuales que se protegían entre ellos ante tanta discriminación.

***

José Manuel arribará dentro de unos meses a sus 63 años de existencia. Las incomprensiones experimentadas en su juventud no afectaron su carácter amable y dulce. Aún hoy, cuando le vocean en la calle frases ofensivas, él sigue de largo porque “su autoestima nadie la agrede ni minimiza”, gusta decir.

En horas de la mañana, de un viernes caluroso, se le ve revisando un cofre con decenas de aretes que rearmará hasta convertirlos en pequeñas obras de arte. Desde que Yoelkis Torres le convidara a trabajar en el proyecto comunitario AfroAtenas, se desempeña como recepcionista del lugar. Cuando no está muy atareado, le da los toques finales a las piezas que formarán parte de su vestuario en los tantos espectáculos que ameniza en las noches matanceras.

El vestuario lo fabrica él mismo a partir de prendas de gala que adquiere en las tiendas de ropa reciclada. Con complacencia comenta que también diseña su calzado. El transformismo es un arte muy costoso y cualquier sacrificio es poco para lograr estar a la altura del exclusivo momento.

Con el nombre artístico de Salomé Montiel encontró su alter ego: esa mujer que siempre quiso ser. Como mujer trans halló un espacio y percibe hoy más aceptación por parte de la sociedad. Reconoce que mucho ha tenido que ver la figura de Mariela Castro, quien desde el Cenesex ha logrado dignificar a las personas que pertenecen al colectivo LGBTI.

Lo de Salomé lo tomó por un personaje bíblico, que funge como guía espiritual en sus creencias, y Montiel es su artista preferida desde siempre. Siendo niño se quedó prendado a ella al contemplar la película Carmen, la de Ronda.

En cada interpretación le rinde homenaje a esta actriz y cantante española, incluso desde el maquillaje. Para sus actuaciones no pasa mucho trabajo. Nació con facciones femeninas, que le llenan de un sano orgullo. Comenta sin encono que el padre siempre le rapaba la cabeza de pequeño ante las constantes preguntas de si se trataba de una niña.

                                           ***

José Manuel, Manolito y Salomé Montiel son una misma persona. Se trata de ser humano especial que ha logrado abrirse camino a pesar de tantos imprevistos y momentos difìciles.  

Asume con mucha dignidad su años. Cada mañana se retoca los ojos y se coloca un blusón. A primera vista se asemeja a una señora que enfrenta al tiempo con entereza. Su pelo por la cintura, ahora recogido, lo tiñe con frecuencia para ocultar las canas.

Siempre que se presenta en un espectáculo derrocha talento y el público le premia con fuertes aplausos. Hoy posee evaluación como artista profesional y siempre canta con su propia voz. 

Cuando interpreta a Salomé Montiel el mundo se detiene y gira en torno a ella. Siempre brilla en el escenario y sus seguidores admiran su entrega total. 

“Se trata del momento en que siento más libertad, donde mejor me llega el oxígeno a los pulmones. En ese instante me desplazo con más soltura, logro ser yo misma; sin ningún rastro de viejos rencores ni heridas por cerrar. El escenario es mío, el público me aclama. Nadie lo dude, yo llevo dentro de mí una vedette”.

adán Rodríguez: la fibra natural del artista

—¿Dónde puedo encontrar una palma real? —la pregunta descoloca un tanto al interlocutor de Adán Rodríguez, porque si algo abunda en los parajes de Guanábana son precisamente las palmas reales.

—¿Cómo que una palma real? —responde a manera de pregunta el guajiro para salir de dudas.

—Sí, me encuentro enfrascado en una obra y me urge hallarla —remata el afamado escultor.

Adán Rodríguez vive en las afueras del poblado de Guanábana, y sí, aunque parezca un facilismo la comparación, su propiedad puede ser semejada a un edén, donde el paisaje acrecienta las buenas sensaciones que siempre regala la belleza natural. No necesita adornar las paredes de su casa con cuadros porque desde las ventanas abiertas se visualizan las diversas tonalidades del verde.

Desde su hogar se observan varias palmas pero, según conoció, necesita la autorización del Ministerio de la Agricultura para cortarlas, y quiere evitar trámites que le tomarían días, pues eso es precisamente lo que no tiene: tiempo.

Por ello, una mañana de enero decide caminar monte adentro para preguntar a los campesinos si sabían de alguna palma caída tras el embate de un fenómeno meteorológico.

Para suerte suya el guajiro le acaba de señalar un lugar en la espesura del bosque donde yacen dos troncos que quizás le sirvan. “Cayeron tras el último ciclón que pasó por la zona”.

Se desplaza con dificultad entre la maleza y las rocas. Distingue una, mas, al tratar de examinarla descubre que no es salvable ante el avance del comején. El artista siente cierta satisfacción al comprobar que la segunda, desplomada de raíz, está consistente.

Regresa a la orilla del camino a buscar un hacha y otras herramientas, y una vez junto al tronco comienza a “trabajarlo”. Primero debe retirarle el revestimiento externo, luego, las fibras del interior.

Cada golpe seco retumba en un eco que se extiende a metros de distancia, el sonido le resulta familiar, le llevan a sus días de infancia y hasta cree escuchar al abuelo.

“Pon las piernas a cada lado del tronco y sujeta el hacha con precisión”, le decía cuando era niño, en aquellos tiempos donde sin levantar una cuarta del piso le ayudaba a fabricar arados y yugos para los bueyes.

Ahora que lo piensa, bien pudo ser ese vínculo el detonante de su amor por el arte. Con cierto dominio lograba realizar aquellas herramientas tan útiles en el campo, que en menor escala las convertía en sus propios juguetes, transformando dos botellas en bueyes.

Siempre que se encuentra en total soledad recuerda su infancia, impregnada de ese aroma del monte del que nunca se ha podido desprender. Pudiera decir que fue un guajirito afortunado, que cuando quiso estudiar pintura contó con el apoyo necesario.

Más que la escultura, en sus inicios lo sedujo el dibujo. En sus primeras obras recreaba las imágenes de su natal batey La Palma, donde fue libre como solo puede serlo un niño que nace y crece en la campiña, y que descubre que con un pincel puede viajar más allá.

Su vida daría un vuelco, sin importar el desconcierto de los tantos que esperaban de él a un futuro veterinario. El pequeño Adán le pidió a su madre como regalo de cumpleaños asistir a las pruebas de actitud en la Escuela de Arte.

Su progenitora, Esperanza Falcón, no conocía la ciudad de Matanzas, pero estaba decidida a materializar el anhelo de su hijo. Recuerda aquellos tres días de exámenes de la mano de su mamá, viajando a la ciudad, sin conocer el trazado de sus calles. En vísperas de su cumpleaños llegaría un telegrama con la noticia de que el próximo curso matricularía como estudiante de la especialidad de Artes Plásticas.

Mientras Adán va dándole forma al tronco, labor detenida solo para secarse el sudor o espantarse algún insecto, se pregunta si habrá acertado con la concepción de la obra Hierro, de Carlos Celdrán.

Obra de Adán Rodríguez inspirada en la puesta en escena Hierro de Carlos Celdrán, que integra el Museo de Esculturas en Madera de la Dramaturgia Cubana, en saludo al aniversario 168 del natalicio de José Martí, en Matanzas, Cuba, el 28 de enero de 2021. ACN FOTO/ Yenli LEMUS DOMÍNGUEZ/

Cuando Ulises Rodríguez Febles le habló sobre la nueva pieza que emplazarían en el Museo de Esculturas en Madera de la Dramaturgia Cubana, ubicado en la Casa de la Memoria Escénica, Adán pensó en una palma real como evocación a José Martí, mucho antes de leerse la obra.

En su casa descansa un busto del Apóstol esculpido por él y, según nos comenta, el árbol nacional de Cuba completaría la pieza.Ulises ha sido de gran ayuda para concretar sus ansias de escultor.

Cuando surge la idea del Museo la primera escultura que soñó terminada fue El Quijote, que sin dudas marcó su vida como hombre de teatro.La pensó como un homenaje a Albio Paz, quien le abriera las puertas al mundo de las tablas.

Sin conocer un ápice del lenguaje dramático accedió a formar parte del elenco de El Mirón Cubano, luego de dedicarse al magisterio, donde impartía clases de Pintura y Artes Visuales, tras graduarse en la Escuela Nacional de Arte.

Bajo la tutela de Albio aprendió de diseño de vestuario y escenografía. Sus conocimientos del monte y los árboles le permitieron crear una estética muy particular a partir de los recursos de la naturaleza.

Muchas de sus propuestas como diseñador resultaron premiadas, pero pocas le marcaron tanto como el personaje de Cervantes.

Siempre que evoca aquella puesta en escena le sobrecoge una sensación extraña preñada de misticismo. Nunca se ha explicado cómo pudo morir donde se estrenó, en España, precisamente en el mismo lugar donde el Manco de Lepanto recreara las pericias de su personaje.

El Don Quijote montado por el Mirón se estrenó en el país ibérico. A escasos días de la muerte de Albio Paz, 10 años después, toda la escenografía y hasta el mismo vestuario del Hidalgo ardieron durante un incendio en un teatro español, impidiendo que en el futuro se pudiera retomar.

Son cosas a las que Adán no le encuentra explicación, como tampoco se explica qué hace tan solo en el medio del monte moldeando el tronco de una palma real. Cuando se devele su obra, la reacción del público le hará sentir la satisfacción que siempre llena al artista; entonces no se sentirá tan solo.

En ese instante rozará la felicidad, como cuando sus diseños escenográficos estimulaban los sentidos de los asistentes a las puestas del Mirón, el Rita Montaner o el Icarón, agrupaciones que disfrutaron del privilegio de contar con el arte de aquel guajirito que nació en el batey La Palma y que supo determinar desde niño el camino que quería recorrer, porque siempre llevó en sí la fibra natural del artista.

La rota fantasía de unos zapatos viejos

Solo mientras avanzas medio iracundo y con los sueños rotos, que se te escapan por la suela despegada de tus zapatos, caes en la cuenta que aquella frase de la tendera hace menos de una semana no te sentó bien.

Mientras disfrutabas tu nuevo calzado tratando de minimizar el impacto económico que representaban los 1600 pesos desembolsados, te descolocó un tanto la sugerencia de conservar el vale de compra ante una posible devolución.

“Tiene garantía para una semana, válida solo si traes el recibo de compra”, escuchaste decir y te pareció un augurio extraño (y certero entenderás después) que casi ensombrece el dulce momento. Y justamente al transcurrir siete días caminas hacia la tienda para devolver tus zapatos rotos.

Avanzas con cara de pocos amigos, rememorando los escasos instantes que compartiste con tus tenis. No recorriste terrenos abruptos, y solo lo has llevado contigo a lo sumo unas cuatro jornadas, porque los adquiriste un viernes en la tarde.

Agradeces a la providencia que te hayas mirado a las suelas al séptimo día para quedar perplejo y ver cómo se despegaban abruptamente.

Preparas un discurso severo rogándote a ti mismo conservar la calma, pero regresa la ira cuando piensas en la suma que has dilapidado.

Tu cólera se estrella contra las buenas maneras de una dependienta, quien te orienta solícita sobre los procedimientos para la devolución del monto desembolsado o la posibilidad del cambio de zapatilla.

“Debes dirigirte a la Sucursal de Cimex y luego regresar con el documento que autoriza la devolución”, y mientras escuchas dibujas una escena dantesca de “peloteo” y burocratismo, de estallidos de ira ante el maltrato, que también se desarman ante la camaradería y profesionalidad de dos jóvenes comerciales de Cimex, quienes te mandan a sentarte nada más llegar y comienzan a atenderte con celeridad. Sí, escribí celeridad…

Explicas tu situación, y conoces que en esa mañana eres el tercer cliente que se llega hasta ese lugar para devolver un calzado roto con apenas una semana de uso.

Mientras la joven habla dirige la mirada hacia un grueso legajo donde se acumulan decenas de devoluciones en lo que va de año, te explican -aunque tu no entiendas- que los rigores del clima y la escasa importación provoca el envejecimiento y posible rotura.

Como de pasada crees percibir alguna frase sobre la espera desde las instancias superiores de una circular que permita la rebaja de los zapatos en venta.

Regresas a la tienda con tu planilla que hace válida la devolución del dinero, porque no quieres arriesgarte a repetir el proceso si adquieres un producto similar con la información que acabas de recibiste.

Información que debiera brindarse oportunamente a todo cliente que se llegue a la tienda la Fantasía de Calle Medio con la ilusión de adquirir un calzado de calidad.

Lástima que entre lo que la dichosa circular aterriza de una vez los productos se depreciarán más, y te preguntas por qué siempre te ha resultado tan oscuro y poco transparente el tema de las rebajas de precios en algunas tiendas en Cuba.

Ya con el importe de la fallida compra en tus bolsillos piensas en aquel grueso legajo de devoluciones que vieron tus ojos, que seguramente seguirá incrementándose junto al malestar de decenas de clientes que verán sus sueños rotos desde las suelas despegadas de unos zapatos viejos.

Colombia: mentiras, parapolítica y violencia

En días pasados varios políticos de la derecha colombiana acusaban a diplomáticos cubanos de interferir en las elecciones de ese país. Ante semejante inculpación carente de pruebas, la senadora Piedad Córdoba envió un mensaje de desagravio al presidente Miguel Díaz-Canel donde se disculpaba “a nombre de buena parte del pueblo colombiano”.

En la misiva, la abogada y política colombiana denunciaba el hostil comportamiento del gobierno de Iván Duque, y de su partido Centro Democrático, contra la Isla caribeña.

Por esas mismas fechas, los medios de prensa de aquella nación instrumentaron otra campaña similar contra Rusia. Los titulares intentaban orquestar un coro desafinado sobre la presencia de espías rusos al servicio del Kremlin.

Aunque las elecciones en ese país tendrán lugar en el 2022 desde ya intentan buscar culpables y enrarecer el ambiente ante una posible derrota, o simplemente condicionar a los electores creando la matriz de opinión de una supuesta injerencia desde potencias extranjeras.

Y sí, cuando les conviene, cierta prensa de derecha equipara a Cuba con potencias de gran influencia en la geopolítica mundial, como China y Rusia.

Esos mismos medios que conforman el gran conglomerado informativo mundial y manipulan a diestras y siniestras, semejan a ranas en una charca tras la lluvia, croando falacias y tergiversaciones sobre la realidad.

Con cierto sentimiento benevolente uno intentaría justificar a los políticos colombianos, pues sufren un entorno tan oscuro que al parecer les resulta más asimilable crearse historias sobre espías e injerencias, para así disminuir un tanto la tensión que les provocan sus propios problemas.

Al abordar el contexto de Colombia nos topamos con uno de los países más violentos de nuestro hemisferio. Y aunque la culpa del terror interno que ha marcado a esa nación durante décadas siempre persigue a un solo culpable (las guerrillas de inclinaciones marxistas como la Farc y el MLN) la verdadera historia está aún por contar.

Y eso es precisamente lo que estos titulares persiguen, evadir los hechos verdaderos, y qué mejor chivo expiatorio entonces que mencionar a los países demonizados una y otra vez por los grandes medios de desinformación. En este caso se aludió a Cuba y Rusia, pero bien pudieron ser Venezuela, China o Irán.

Cuando se indaga un poco sobre el pasado oscuro de la nación cafetera, uno se sorprende ante la triste circunstancia de que hasta los granos de café que crecen en el Valle del Cauca se salpicaron de sangre, y crece el desconcierto cuando descubrimos que el propio Estado colombiano contribuyó a semejante terror.

Cuesta entender cómo el Ejército Nacional acribillaba a jóvenes campesinos indefensos disfrazándolos de supuestos guerrilleros para mostrarlos como bajas en el combate y así disfrutar de vacaciones y dinero. Hasta ese punto ha llegado el envilecimiento que carcome a todo el entramado político y social de Colombia.

Y los paramilitares, engendro creado bajo la anuencia de Álvaro Uribe, preceptor político de Iván Duque, gozan del criminal privilegio de ser la formación militar que más muertes de inocentes provocara con prácticas inhumanas que cuestan describir, pero de ellos apenas escriben quienes acusan a Cuba.

Tanto se ha entronizado la criminalidad en sus entrañas, que varias organizaciones defensoras de los Derechos Humanos reconocen que más de un 30 por ciento de quienes integran el congreso y el senado tiene vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo.

De ahí que la parapolítica sea un término tan colombiano como el café y el vallenato. Y todos los caminos señalan a Uribe como padre espiritual de estos males que atenazan y estrangulan hasta dejar a Colombia sin resuello y futuro.

No nos asombremos entonces que desde el partido de Iván Duque se nos acuse a los cubanos de interferir en los destinos de aquel estado fallido, ya quisiera buena parte del pueblo colombiano disfrutar tan siquiera por un día, la paz que siempre amanece sobre esta islita caribeña.

Cuestión de principios…

No tengo vocación de mártir, ni soy de los que muestran el pecho a las balas. Prefiero la trinchera donde resguardarme al terreno descubierto sin parapetos. Tampoco creo que sea yo de los que abandonen el combate, de los que claudiquen sin apenas apuntar su arma. En tiempos donde abundan el odio, el acoso y la beligerancia, vale hacer un ejercicio de introspección y conocerse a uno mismo, para entender cómo se actuaría en los más diversos escenarios.

Puede suceder que por emitir mi criterio caiga sobre mí el aborrecimiento de unos cuantos, pero sería de cobardes callar. Cuando uno asume ciertas posturas en la vida está consciente de los riesgos que corre.

Y pienso en Silvio escribiendo un tema como El necio en tiempos tan inciertos como los primeros años de los 90, cuando muchos auguraban el final de Revolución Cubana. Pocas veces en la historia se vio semejante coherencia, mas en instantes donde la desmemoria dictó, y aun dicta, el accionar de muchos que cambiaron de casacas sin miramientos, y lo que ayer defendían comenzaron a atacarlo sin sonrojarse.

De vez en vez me veo obligado a redactar mi propia canción urgente de definición de principios, sin la maestría poética de aquel juglar travieso de San Antonio de los Baños, pero que resuene también como metrallazo contra la bazofia que abunda y que nos quieren mostrar como la única verdad.

Y ahí crece el gusto por la herejía y la más auténtica disidencia, esa que no espera prebendas ni aplausos, más bien tropiezos y ramalazos. Porque decir a todo costa y costo trae sus inconvenientes; quien escribe estas líneas sabe bien de miradas aprobadoras cuando cuestiona la otra orilla, y de empalamientos cuando osa medir su propia realidad.

Por eso a veces me mantengo distante de todo circo y parafernalia, pero en tiempos de agresiones constantes se hace preciso tomar partido. Siempre ha sido así en este lado del mundo donde existen dos orillas tan cercanas como distantes: desde el norte azuzan y desde el sur responden, y luego se encienden los reflectores para que se desplace la puesta… y uno por momentos se siente un actor inmerso en una historia ajena, hasta que descubre que el simple hecho de permanecer puede resultar la mayor de hazañas, y de momento se observa involucrado en las más inverosímiles historias que debe interpretar con estoicismo y naturalidad.

Y uno asume la vida como una batalla, y hasta con banda sonora de Silvio para insuflarle carácter y arresto a la cuestión. Intentará interpretar su papel lo mejor que pueda, consciente de que su suerte puede ser la del soldado desconocido.

Mas, seguirá invocando la coherencia asido a lo que una vez soñó, sin cejar en el empeño, aunque los muros se derrumben y crezcan las represalias.

De eso va la utopía, de persistir a pesar de los malos augurios que siempre anuncian el final de las revoluciones. Reitero, no es vocación de mártir, seguiré defendiendo lo que creo: una Cuba Socialista cerquita de una potencia tan grande a la que se le pueden ver los tentáculos desde esta orilla… y simplemente… ¡por cuestión de principios!

Bolivia: cuando el mas volvió a ser mayoría

Si verdaderamente el mundo fuera regido por la cordura, un ser como Almagro tomaría sus maletas y partiría a un lugar oscuro a donde no le llegara un rayo de sol; o pudiera elegir hasta un rinconcito soleado, como Miami, a donde siempre van a terminar sus días personajes espurios que la historia olvida.

Pero vivimos en un mundo ilógico donde la mentira dicta las pautas y rige el destino de muchos. Y para acuñarla y robustecerla, están los medios de comunicación que cacarean cada falacia una y otra vez, como aquel axioma nazi que aseguraba que una mentira dicha mil veces puede ser asumida como verdad.

Y así vamos en este mundo, con organizaciones desprestigiadas como la de Estados Americanos, (más conocida por su desdichada sigla OEA) que hace poco menos de un año orquestó un Golpe de Estado en la nación plurinacional de Bolivia, y cuando apenas habían transcurrido 11 meses del verdadero fraude instaurado, la fuerza de la verdad en forma de pueblo pegó semejante garrotazo en la sien de los usurpadores que aún no se recuperan del testarazo.

Una de las mentes diabólicas que lideraron tal arremetida contra la democracia boliviana, Janine Áñez, consciente de semejante descalabro decidió irse como mismo llegó y días antes de las elecciones presidenciales ya se sabía derrotada. De ahí su decisión de abandonar antes de sonar la campana.

Disfrazando su decisión de vocación democrática, dejó tras su usurpación de 11 meses una estela de sangre y muerte con una veintena de asesinados, y más de doscientos heridos, cuando los seguidores del Movimientos al Socialismo intentaron defender sus derechos en los pueblos de Sacaba y Senkata. Ambos hechos fueron calificados como masacre por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

A la represión brutal, se agregaron los bandazos económicos que dieron al traste con el período de bonanza económica y crecimiento constante del producto Interno Bruto (PIB) bajo los gobiernos de Evo. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística el desempleo urbano alcanzó el 8,4%, PIB cayó a 11,1% en el mismo periodo, unido al cierre de industrias mineras importantes.

Todo ese desastre lo consiguió la Áñez sin apenas esforzarse y en tan solo un año. Los medios que hoy minimizan el triunfo de Luis Arce, con más del 50 por ciento de los votos y en primera vuelta, también minimizaron el destape de la compra de equipos de respiración defectuosos a sobreprecio para combatir la Covid 19. De hecho, Bolivia aparece entre las naciones latinoamericanas con mayor número de muertes por esta pandemia, con más de 8 mil. Otro triste logro de Janine.

Y como para demostrar que el triunfo de Evo fue legítimo en noviembre del 2019, menos de un año después su partido alcanza la victoria por amplio margen. El pueblo aimara regresó convertido en millones, para defender la gestión del primer mandatorio indio, bajo cuyo gobierno el gasto público social aumentó de 2005 a 2014 en un 27.1%; en sus 14 años al frente de los destinos de los bolivianos el PIB per cápita ascendió un 50%, suficientes razones para restituir el partido MAS al poder, más allá de las elucubraciones de unos esperpentos políticos como Almagro, la OEA y compañía.

Solo un tonto se atrevería a afirmar a estas alturas, que hace un año existió fraude alguno, cuando la historia restituyó la fuerza política fundada por Evo con similar margen de votos.

Pero la cordura no siempre rige los destinos de nuestro mundo, si no como entender que en este minuto Almagro y Janine Áñez continúan en libertad, mientras Morales permanece en exilio a esperas de un juicio, y varios de sus compañeros del gobierno anterior pasan sus días tras las rejas. ¿Quién pagará por los muertos de Sacaba y Senkata? ¿Quién restituirá los 11 meses de oprobio sufrido por el pueblo boliviano?

Al nuevo presidente de Bolivia, Luis Arce, le corresponde la difícil labor de restablecer la democracia y reconstruir un país. En nuestras mentes quedarán las enseñanzas de los desmanes de la Derecha Política, que convirtieron en enemigos a nuestros médicos, incluso, hasta las estatuas de Martí. En ocasiones duele hacer borrón y cuenta nueva, la cicatriz permanecerá ahí, vigente; pero vale destacar la esperanza recobrada de los humildes de este continente… ¿y la OEA?… más enlodada que nunca, sobre todo desde el día que el MAS volvió a ser mayoría…

Dolor guajiro

Aunque es guajiro desde siempre, Julio Alfonso aborrece a la lluvia. Tiempo atrás era su mejor aliada pa’ lograr las cosechas y reverdecer los pastos. Pero desde hace algunos años la ausencia de lluvia le hace más llevadera la vida.

Cada mañana recorre el camino polvoriento frente a su finca para visitar a algún vecino o familiar de los que habitan el incipiente caserío de esa alejada zona del Valle Yumurí donde reside. Trayecto que solo puede recorrer en la seca, etapa en que un tono blanquecino se apodera de la irregular carretera y que le sirve de guía en su andar.

Hace dos años la catarata le afecta la visión y hoy apenas logra distinguir siluetas borrosas. Pero sí logra avistar esa raya blanca sobre la carretera en tiempos de escasa lluvia. Al salir de casa y cerrar la portada siempre deja un pedazo de yagua justo en frente que le sirve de punto de referencia para el regreso.

A veces no encuentra a nadie en las casas que visita pero no importa, al menos estira los pies, para que la pelona no lo sorprenda en la cama, «encangrejado» como gusta decir.Así pasa sus días Julio Alfonso, en un forcejeo diario con la muerte. Forcejeo que perdió una vez al morir su hijo mayor, víctima de un cáncer. Dolor del que nunca sanará, dice.

Quizás por eso prefiere salir de casa y caminar, y mientras avanza a través de esa niebla en la que se ha sumido su vista, conserva en su alma la esperanza de que cada árbol permanezca en el mismo lugar como los recuerda en su mente.

Julio deja a un lado la tristeza y jaranea sobre la oportunidad de llegar al 2021, año que por fuerza tiene que ser mucho mejor que este que termina. Mientras habla choca con una yagua de palma que le anuncia que se encuentra a la entrada de su finca, no sin antes despedirse de una pareja que ha encontrado en el camino y que le hizo compañía y le escuchó en una fresca mañana de diciembre.

El heroísmo tiene muchos nombres

Antes de que el mundo se tambaleara abruptamente por el surgimiento de una pandemia letal, la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos era de los lugares más alegres que uno recuerda. La lozanía y desenfado juvenil marcaban el día a día de este centro, donde concurrían en una jornada hasta 2 000 personas, entre alumnos y profesores.

Hoy, el silencio desolador descoloca un tanto a quien camina por áreas como la cafetería o los parques.

Solo se escucha el canto de las aves desde los numerosos árboles que engalanan la casa de altos estudios, o el sonido lejano de algún vehículo pesado que transita por la Vía Blanca, imperceptible meses atrás.

Tanta quietud, que puede resultar embarazosa por momentos, se rompe mientras se avanza hacia uno de los bloques designados como Centro de Aislamiento.

Allí, un grupo de jóvenes jaranean despreocupados y sus risas colorean un panorama hasta ese instante taciturno. Una cinta roja y blanca impide el acceso al lugar. Entre los reunidos se encuentra la profesora Lize Mariet Fiallo Verdura.

Desde el 29 de marzo de 2020 la Universidad de Matanzas funciona como centro de aislamiento de sospechosos de la covid-19, lo cual requirió el apoyo de profesores y alumnos.

Tras el acrecentamiento considerable de la curva de transmisión en el país, a comienzos del presente año, el Consejo de Defensa Provincial decidió reactivarlo, esta vez como hospital de campaña anexo al Hospital Militar Mario Muñoz, donde se brinda atención a casos positivos.

Lize Mariet desempeña su rol por tercera ocasión y no se percibe en su voz temor alguno. Habla con naturalidad, como si su misión fuera tan habitual como impartir clases.

“Como joven y profesora es todo un reto. Los estudiantes han sido muy valientes al enfrentarse a esta tarea con disciplina y responsabilidad, cumpliendo con los protocolos y bajo la supervisión del personal médico que aquí permanece.

“La experiencia es dura pero muy satisfactoria; igual que percibir la gratitud de las personas. Nuestro objetivo es lograr el bienestar de los pacientes. En esta misión —recalca—, también es importante evitar el contagio de alguno de los voluntarios”.

Estos muchachos son los encargados de distribuir la ropa de trabajo, el avituallamiento y la alimentación, de desinfectar las áreas y los utensilios; labores que comienzan desde bien temprano con el desayuno.

Para la periodista recién egresada Lisandra Velázquez Ballester esta ha sido la oportunidad de experimentar qué se siente cuando se arriesga la vida por servir a los demás.

En la primera etapa se encontraba inmersa en su trabajo de diploma y notaba que algo le aguijoneaba adentro. Hace pocas semanas, cuando la profe Lize Mariet le llamó preguntándole si estaba dispuesta a asumir el reto, ella pidió un tiempo para consultar con su familia, mas, esa noche apenas pudo conciliar el sueño. Fue entonces cuando, temprano en la mañana, devolvió la llamada confirmando su lugar en el equipo.

“El trabajo es agotador, nos levantamos temprano y nos acostamos tarde. No es solamente limpiar, debes estar al tanto de cada detalle, nos cuidamos entre todos.

“El esfuerzo físico es considerable. A eso súmale las exigencias del vestuario: dobles guantes, bata, caretas y botas, que al final del día te dejan ampollas en los pies; pero es reconfortante sentirse útil”, explica Lisandra, mientras se sabe protagonista de una gran crónica sobre la entrega y la solidaridad.

A varios metros de distancia se encuentra otro bloque, también custodiado por una cinta de seguridad. Debajo de la misma cuelga un cordel con decenas de tiritas blancas. Cada una de ellas simboliza un paciente que venció a la enfermedad.

“Ese es el momento más esperado y gratificante”, expresa el voluntario Luis Raúl Ponte de los Reyes, decano de la Facultad de Ciencias de la Cultura Física.

Cualquiera en su lugar se lo hubiera pensado mejor, pero para este asmático crónico el ejemplo predica. “¿Cómo pedirle a mis profesores y alumnos que enfrenten este riesgo si yo permanezco en la distancia?”.

Para ello se armó de valor y de sus medicamentos y por segunda ocasión emprende la tarea, esta vez asistiendo a los casos positivos.

“Tan crucial como apoyar en la parte logística, resulta fortalecer a los pacientes emocionalmente con el trato amable y brindándoles esperanzas”, agrega.

De ahí surge un vínculo sincero e irrompible, aunque los enfermos solo lo reconozcan por la voz, ya que apenas se distingue su fisonomía tras el traje de seguridad.

Muchos contagiados le piden que si un día él les ve por la calle se presente para conocer el rostro de quien tanto bien les hizo en momentos difíciles.

Lize Mariet, Lisandra y Luis Raúl, son apenas tres nombres de una larga lista de rostros anónimos que asumen el heroísmo sin rimbombancia, que se arriesgan cada día por servir al necesitado sin esperar aplausos.

Desde el convencimiento de que las buenas acciones ensanchan el alma, hacen inmensa a una Isla orgullosa de contar con jóvenes como los que cada día asisten a la Zona Roja de la Universidad de Matanzas de forma voluntaria.

Jean Marco: “Liliam Padrón ha sido mi academia”.

Jean Marco Monclus Vidal recibe los primeros días del año en el tablado del otrora Cine Misha, donde espera las indicaciones de la Maestra Liliam Padrón para comenzar a bailar de un momento a otro.

Transcurre la jornada de una fresca mañana de enero, pero el joven ya se muestra sudoroso al completar los ejercicios de calentamiento de su primer ensayo del 2021.

Jean Marco ocupa su lugar y mientras un bafle deja escapar las notas de La Consagración de la Primavera, su cuerpo se mueve al compás de la música con elasticidad y soltura como si se tratara de un reflejo condicionado.

La pieza, creada y dirigida por la maestra Liliam Padrón, representa un antes y un después para el joven artista de tan solo 22 años, quien recibiera en diciembre pasado Mención en el premio Ramiro Guerra de Danza Contemporánea, que otorga la Asociación Hermanos Saíz. 

LOS INICIOS…

Desde niño Jean Marco siempre supo que su vida estaría regida por el arte. Cursó estudios de pintura, canto, guitarra, pero ninguna de estas manifestaciones le complementaban realmente. Solo cuando integró el proyecto comunitario Corcel de Esperanza entendió que bailar formaba parte de su naturaleza, ese era el camino. La danza signaría su existencia.

Con esa idea en la cabeza se presentó a un taller impartido por el bailarín y coreógrafo Yadiel Durán donde recibiría clases de folclor, teatro, ballet técnicas modernas de la danza, “creo que ese el verdadero comienzo”, asegura el joven al repasar aquel año del 2015.

Fue entonces cuando por primera vez entra en contacto con la artífice de cuánto ha logrado en su corta y prometedora vida artística. “En aquel taller contamos con la presencia de Liliam Padrón quien impartía clases de danza contemporánea. Yo quedé enamorado de ese mundo. Nunca olvidaré que en la clausura del curso me tocó bailar ante ella, minutos después me le acerqué con total valentía y le pedí que me permitiera recibir clases en su Compañía”, agrega Jean Marco.

IMPÍRICO   

El joven recuerda que en las primeras lecciones junto a la compañía Danza Espiral no lograba acometer los ejercicios más elementales, pues desconocía totalmente la terminología de los diferentes movimientos.

Su talento, aptitud innata, unido a las ganas y seriedad con asumía las clases, más ese amor creciente por la danza lograron convertir a Jean Marco en el bailarín que es hoy.

Si bien no cursó estudios en una Academia , para él ha representado una fortaleza formarse bajo la tutela de una de las directoras y coreógrafas más importantes de Cuba. Recibir las enseñanzas de primera mano, experimentar las exigencias y el rigor en cada ensayo han pulido su cuerpo y mente, algo que se hace evidente cuando se sube a un escenario.

 “Nunca olvidaré la primera vez que subí al escenario en el Teatro Martí de La Habana, ese fue mi debut. En un principio hacía pequeñas apariciones, hasta que un buen día me eligen para integrar parte del elenco de la obra Clave cubana. Un estudio sobre Hamlet. No tengo que decir que tenía los nervios de punta, sobre todo porque bailaríamos en el prestigioso Concurso Internacional de Danza Vladimir Malakhov de Holguín”.

Otro momento importante lo representa la inclusión de su nombre en el elenco de La Consagración de la primavera. “Hasta ese momento me sentía en desventaja por no provenir de una academia, pero cuando integro La Consagración…sentí más seguridad, como que iba por el camino correcto”.

Danza Espiral ha contribuido sobremanera a su formación como individuo, gracias a la Compañía ha materializado muchos de sus sueños, como conocer cada extremo de la Isla, desde Oriente a Occidente.

A ello se suma su gusto por modelar para los fotógrafos, otro quimera hecha realidad al formar parte de los bailarines matanceros que integraron del proyecto Matria de Gabriel Dávalos.

Jean Marco protagoniza una de las imágenes más deslumbrantes de la muestra que tiene lugar en el barrio de La Marina. Reconoce que a veces disfruta pasar por el Parque de la Libertad para disfrutar su fotografía.

“LILIAM”

“Liliam Padrón es el eslabón más importante en mi carrera, es mi academia, mi familia, la voz severa que te exige mejorar, y el tono cariñoso que te arropa. Ella es ambas cosas”, comenta Jean Marco.

“Sé que me falta mucho por aprender, pero junto a ella siempre siento seguridad, sé que el premio alcanzado es el primer paso de un largo camino”.

No he estado enumerando las manchas en el sol, Pues sé que en una sola mancha cabe el mundo. He procurado ser un gran mortificado, Para, si mortifico, no vayan a acusarme…