Deshilando las fibras del henequén matancero

Ya desde el siglo XIX en Matanzas se cultivaba henequén
Ya desde el siglo XIX en Matanzas se cultivaba henequén

El henequén forma parte intrínseca de la cultura matancera. Así como se nos conoce en medio mundo, por ser la cuna del danzón, la ciudad de los puentes, también fuimos la tierra del henequén. Incluso en estos suelos campeó un equipo de béisbol que hizo leyenda, y respondía al nombre de Henequeneros.

¿Quién no recuerda los extensos campos del cultivo de camino a Varadero, que refulgían ante nuestros ojos?

Pero el tiempo hizo lo suyo. Los duros años 90 ensombrecieron las plantaciones, y el éxodo de mano de obra provocó el declive de una industria centenaria.

Además, arribaban las fibras sintéticas de propoletileno, derivado del petróleo, y nadie reparo en el costo ambiental. Era la estocada de muerte. No solo en Cuba, también en Yucatán, tierra henequenera milenaria, afrontaban igual situación.

Pero el declive venía desde mucho antes. Bien lo recuerda el limonareño Lino García Quintana, quien desde muy joven se incorporó como cortador a la fábrica Antonio Berdayes. Corría el año 1968. Gracias a las bondades del naciente proceso revolucionario, resultó elegido para estudiar una carrera universitaria.

Dos décadas después regresaba a la planta y avizoró en los tempranos 80 del pasado siglo, el epílogo de una bella historia escrita con las fibras de henequén.

“Al volver, me inquietó el panorama. Durante años los trabajadores inculcaron en sus hijos el amor por este trabajo. Así sucedió por décadas. Pero cuando volví, constaté que ya se habían marchado un grupo de experimentados cortadores, y no había relevo. En mi ausencia, de casi 20 años, se había incorporado un solo trabajador”, cuenta el curtido henequenero.

Lino es un hombre honrado, y siempre se caracterizó por decir lo que pensaba, virtud no siempre premiada. Rememora que en esos años se comenzaron algunas inversiones en la industria, pero a él le preocupaba la escasez de obreros que realizaran la labor más difícil e importante: extraer la materia prima del campo.

Como lo pensaba así lo dijo, y se buscó más de un dolor de cabeza. Pero el tiempo le dio la razón. Pocos años después el henequén casi desaparecía de nuestra geografía. Y hasta sucedió algo que ni él mismo vislumbró: comenzaron a importar fibras de Brasil.

RESURGE EL HENEQUÉN

A unos tres kilómetros del poblado de Limonar, siguiendo la carretera que comunica con la Terminal de Ferrocarril, se encuentra la UEB Antonio Berdayes. Una vieja fábrica franqueada por incipientes elevaciones.

En el lugar se erigen antiguas fachadas de almacenes que denotan los años de gloria. Pero los casi 93 trabajadores del centro no creen en eso de que todo tiempo pasado fue mejor. Sustituyeron toda la cadena desfibradora de la maquinaria, pintaron los edificios, ambientaron el lugar, porque el principal recurso con que cuentan es la voluntad y sentido de pertenencia de los hombres y mujeres que allí laboran.

Quizás sea esta la razón principal por la cual ostentan la condición de mejor industria henequenera del país, durante tres años consecutivos; con resultados muy por encima de sus similares enclavadas en el Mariel y Juraguá.

Ramón Águila, mecánico de la fábrica, retiene en su memoria aquella vez por allá por los 80, que trasladaron de la henequenera Julián Alemán, ubicada en La Conchita, la máquina de procedencia alemana, la cual contaba con más de 60 años.

Refiere Ramón que han realizado tantas innovaciones, que no hace mucho al recibir la visita de un grupo de inversionistas alemanes, estos no reconocieron el equipo. Sin embargo muele, y en muy contadas ocasiones se interrumpen las labores por roturas.

“¡Parece nueva! ¿¡Eh!?”, inquirió Norberto López en el interior de la planta. El rutilante color del cobre y bronce de los dientes de las cadenas, hacen dudar sobre la verdadera edad del equipo, que procesa 5 toneladas diarias.

“Los implementos deben ser de estos materiales porque el jugo es muy corrosivo. Devasta cualquier otro metal”, me comenta mientras señala los restos de lo fue un tanque de almacenaje de una inversión malograda para obtener detergente de la pulpa.

¿QUIÉN CORTA EL HENEQUÉN?

  Sin embargo, a pesar del buen estado técnico de la industria, esta muele dos veces en semana. Aunque el país persigue impulsar los niveles de siembra para recuperar dicho cultivo, la escasez de mano de obra es un serio problema, al que no se le ha podido dar solución.

De los más de 300 trabajadores con que cuentan la provincia dedicados a esta faena, el número de cortadores no sobrepasa la docena.

Algunos alegan que la cercanía a fuentes trabajo más remuneradas, acrecentaron la debacle, pero para que se tenga una idea, por cortar un mazo, hablamos de 25 hojas, pagan ¡21 centavos!

Existen trabajadores como Yoandi López, de apenas 33 años, que recolecta 250 mazos cada mañana, y promedia 42 pesos diarios. Un trabajo difícil, “pero se hace, lo importante es contar con guantes buenos, cuchillo bien amolado, y aprovechar la fresca”.

Sin embargo, él es un experimentado en dichos menesteres, ganador de varias competencias nacionales, lo que pone de manifiesto su destreza. Pero al parecer, en los campos escasean los Yoandi.

A ello sumémosle que en ocasiones la calidad de las hojas acopiadas no siempre cumplen los requisitos de calidad requeridos, por lo que la Empresa de Sogas y Cordeles Julián Alemán, durantes años principal receptor de la toda la fibra vegetal producida en Matanzas, importa materia prima de Brasil.

Por suerte la Antonio Berdayes encontró un camino, fabricar sogas y tenderas artesanalmente para su comercialización. Quizás sea una buena vía para que el henequén despegue de una vez: explotar todas sus potencialidades desde algún proyecto de desarrollo local.

Dados sus diversos usos en la industria farmacéutica, o como forraje para el ganado, así como biogás, fertilizante, detergente, además de sus usos más comunes en la fabricación de sogas y cordeles, más resistentes que las sintéticas, el henequén alcanzará su máxima estatura y manos que le cosechen.

No por gusto desde hace 10 mil años los mayas le consideraban sagrado, y en México le nombran aún hoy oro verde. Y hasta los chinos anunciaron hace apenas una semana, que se convertirán en los principales productores y exportadores de la fibra.

Un comentario en “Deshilando las fibras del henequén matancero”

  1. Muy buen análisis, Arnaldo. La pregunta está en ¿cuál es el filón que le han encontrado los chinos al henequén y que nosotros todavía no conseguimos hallar? La solución a este problema pasa por mayores incentivos salariales, pero para lograrlos hace falta encontrar mercados, formas de hacer más competitivo el henequén y todos sus posibles derivados.
    Cuba y Matanzas lo necesitan; solo con turismo no se hace un país. Mientras más patas tenga una mesa, más firme estará sobre el suelo.

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