Pescando la mañana


Amanece y la bahía permanece imperturbable, como un gran espejo que refleja las siluetas de los barcos a lo lejos. Con los primeros claros del día, pequeños botes rompen la inmovilidad del agua; un pescador arroja la tarraya una y otra vez, para capturar pequeños peces que posteriormente servirán de carnada. Reina la calma. Los remos se adentran en el agua con cautela. Cae la red como un abrazo sobre el cardumen de sardinas. El Sol aun no asoma y ya hay hombres pescando la mañana.




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