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¡Uníos CELAC!, aunque otros prefieran celad la unidad

CELAC 2014

Durante siglos las grandes potencias cargaron con lo que más valía y brillaba de nuestras tierras. Desterraron nuestros dioses, y nos hicieron creer que éramos atrasados y primitivos. Hundieron la cruz y la espada en las entrañas de nuestro continente, hasta desangrarlo.

Cada porción de este hemisferio puede narrar la bestialidad de la civilizada Europa, que tanta pobreza y humillación nos legara. Cuando se cansaron de vejar al indio, cazaron al negro como animal, para como animal explotarlo.

Así vivimos, durante siglos muriendo, pero tanta opresión se estrelló contra el viril juramento en el Monte Sacro. Desde aquel día un joven no dio descanso a su brazo ni reposo a su alma, hasta romper las cadenas del imperio español, siempre con una idea fija: la unidad de todo un continente.

Y el joven, devenido Libertador, se hizo indio y negro y  recorrió los Andes para alanzar al déspota europeo. Fundó Patrias, en cambio, el egoísmo de los hombres prolongó la unidad añorada.

Nacieron otros libertadores con similar sueño. Sin embargo, la mala fe foránea impuso la idea de nuestra inferioridad, y alimentó la desunión.

Ante el concierto desafinado de nuestras naciones, el gran Imperio del siglo XX tomó la batuta adueñándose de la orquesta, y saqueó nuestros recursos. Cuando no nos acalló, consiguió hacernos interpretar sinfonías muy ajenas a nuestra historia.

Pero las buenas ideas siempre prevalecen aunque las cercenen o intenten cortarlas de cuajo, porque enraízan en el alma de los hombres buenos, y más temprano que tarde resurgirán.

Y la idea de la unidad, postergada durante tantos siglos, perseguida con Golpes de Estados y dictaduras, resistió los embates y nunca murió del todo. En esta nueva época campea por llanos y montañas. Sumó al indio y al negro, les enseñó a leer, a escribir, le devolvió la luz en la mirada, las ganas de soñar y construir.

Hoy unidad se llama CELAC, porque aprendimos que distantes solo llegaremos a ningún lugar.

Siempre habrá quienes atenten contra este, nuestro gran concierto de naciones, quienes lancen su mirada desdeñosa celosos de la integración, pero de nada valdrán los malos augurios, porque de una vez y para siempre nuestros pueblos decidieron fundirse “como la plata en Los Andes”, y todos halarán parejo para conservar la unidad.