El futuro de Cuba preocupa, porque tiene futuro


Para un joven cubano nacer y vivir bajo el fuego rasante de los grandes medios de comunicación llega a inmunizarlo contra los malos augurios. Con el transcurso del tiempo comprenderá que cuando más se despotrique contra la pequeña isla es porque se avanza.

Cuba es como una espinita de pescado en la garganta de algunos, o un tumor maligno para otros. Durante años han practicado las más inverosímiles técnicas para extirpar el mal, pero la islita sigue en pie, desafiante, lastimando gargantas, obnubilando cerebros.
Cuando un joven cubano abre sus ojos desde este lado de las dos orillas se pregunta por los hermanos que marcharon, y el tiempo será el mejor aliado para entender las causas de las cosas. Entre el ir y venir descubrirá que hay en el mundo un lugar, al Sur de un país y al Sur de un Estado, que se debate entre el odio y el amor, entre la vida y la muerte.
Desde allí viajan remesas, los buenos hijos a visitar a la madre, la abuela a sus nietos, y también una ganas tremendas de arrasar con todo, desde un avión en pleno vuelo hasta cegar la vida de un joven turista.
Para un joven cubano de estos tiempos observar como los medios de Estados Unidos agasajan a los mercenarios que un día irrumpieron en la tranquilidad de la Ciénaga para empantanarse; presenciar a un Posada Carriles libre y debatiéndose entre postergar o no la muerte camuflada de “lucha armada”, son razones para radicalizarse y entender que allá, donde Posada es héroe, subsiste el odio.
Cuando restan algunas horas para concluir el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, ese mismo Partido fundado en 1925 por Mella y Baliño, y que tiene como simiente las ideas del Maestro, sobran las razones para creer en el futuro.

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